Desde Caracas, Juan Perón seguía conduciendo al pueblo trabajador y mandaba a votar en blanco el 28 de julio de 1957. El “silencio” de la mayoría proscripta se hizo escuchar en las urnas: 2.115.861 sufragios en blanco; 2.106.524 para la URCP y 1.847.603 para la UCRI. Por primera vez en la historia argentina triunfaba el VOTO EN BLANCO PERONISTA. La Subversión Fusiladora perdía su primera batalla política, al tiempo que los “mártires de la democracia con la mayoría proscripta” y los gorilas en general la tenían más adentro que Toti Pasman y Ricardo Fort juntos.
El 20 de agosto del 57, Raúl Scalabrini Ortiz escribió: “Me inclino respetuoso y emocionado ante esos humildes hombres y mujeres de mi tierra. Sobre el tronar de los cañones y el tabletear de las ametralladoras, se alza el silencio resignado de su idealidad espiritual”.
En abril de 1956, se había establecido “por decreto” la vigencia de la constitución de 1853, con la expresa exclusión de la Constitución de 1949. Aramburu convocaba a elecciones de convencionales, confiando en un triunfo del radicalismo del pueblo y queriendo complicar a Frondizi, que si bien se manifestaba contra la reforma, participaría en los comicios histeriqueando al peronismo.
Pero Perón jamás comió vidrio, se olfateaba la trampa. Enseguida dio a conocer una declaración del Movimiento Peronista, impugnando la elección por fraudulenta. También le escribiría a Cooke: “La posición abstencionista es para nosotros la regla. No sólo no votaremos sino que debemos hacer todo para que no se pueda votar. Se trata de no dar escape a la dictadura. Por ningún lugar y menos por la solución política”.
A Leloir, uno de los que trabajaban en el acercamiento al frondizismo, Perón le “deslizó”: “¿Cómo es posible que haya alguien entre los peronistas que puede surgir para la justicia y la verdad en medio de tanta porquería? Y, ¿cómo es posible que espontáneamente, todo el peronismo como un solo hombre no repudie semejantes formas de infamia? Hay que hacer todo lo necesario para impedir que tales elecciones puedan realizarse”. Al mismo tiempo, nombró a Cooke como único autorizado a hablar en su nombre y transmitir sus directivas.
Quedaba bien claro: era necesario hacer respetar la fuerza de aquellos votos en blanco y repudiar la constitución liberal del 53, y no hacerse el revoluta de peluche recitando un preámbulo de balneario. La consigna de Perón fue: A VOTAR EN BLANCO o a meter un papel con la palabra "ASESINOS".
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