Del mujeriego, del sexópata, del fornicador compulsivo que abandona la piel del hombre común para convertirse en celebridad y necesita calibrar al extremo sus hábitos habla, palabras más palabras menos, el libro “Un adúltero americano” (Anagrama, 2010), de Jed Mercurio. El hombre es John Fitzgerald Kennedy, metro ochenta, cara de chancho y peinado proto-beat. La novela pretende ser ingeniosa, aporta algunos hallazgos y suma el análisis profesional del autor (es médico). Algo así como que el deseo que impulsaba a Kennedy de cama en cama era el combustible de su personalidad política. Aparentemente, tres días sin sexo eran suficientes para que el hombre empezara a sufrir jaquecas y otras consecuencias físicas. Ojo, no es lo mismo ser un buen amante que un calentón que NECESITA ponerla. ¿Cuál de estos dos era el perfil de Kennedy?
Acá hemos tenido una versión outlet: el sultán Carlos, un encantador de serpientes. Lo suyo era más meritorio incluso, porque la sota no lo ayudaba en la pole position. De cualquier modo se sabe que Kennedy se dedicaba sólo a las mujeres hermosas y que el Turco se ha comido más de un teletubie, por caso María Julia. Distinto es el handicap del paraguayo Lugo; lo suyo ha sido una gesta patriótica: repoblar el Paraguay luego de que tres ejércitos cipayos diezmaran la población masculina del imperio guaraní. Y también una herencia cultural de esa misma guerra: la institucionalización del adulterio. La cuestión de los hábitos no es un problema nuestro. En todo caso, debería ser resuelta entre clérigos, aunque no estaría demás que primero se ocuparan de los miles de sacerdotes pedófilos que circulan alegremente por el planeta.
Secretarias, pasantes, admiradoras, gatos faranduleros, militantes ocasionales, todas eran comidilla del “muchachito brillante”. Salvo dos: la inmaculada Jackie O y la deslumbrante Marilyn. “En otros tiempos, nuestro hombre ha sido un experto ocultador, pero no es un mujeriego intrigante: no dice a sus amantes que su mujer no le comprende, o que le niega la satisfacción sexual, o que es desgraciado y se halla diariamente al borde del suicidio porque se siente atrapado en un matrimonio sin amor del que sólo le rescataría la ternura servicial de otra mujer. Por el contrario, dice simplemente que tiene el mejor matrimonio posible para un hombre como él, pero la monogamia es totalmente inviable; necesita más sexo, más amplio, más rápido del que puede ofrecerle una misma mujer durante décadas, y a la que tiene delante y trata de seducir le dice que la ha elegido entre todas las asistentes a la cena, la fiesta o el mitin porque es la que le atrae sexualmente”, escribe Jed Mercurio en el capítulo titulado “Nuestro Hombre”.
2 comentarios:
mire, aca me falta letra para hacer un comentario posta feminista, que es lo que yo quisiera. La verdad tendria que pedirle ayuda a Musidora (de siempre sere K) que no se le escapa el pelo en el huevo.
¿Porque los hombres hablan de que otros se comen carocitos, como si las mujeres fueran caperucitas en el bosque??? Porque no pensar que esas mujeres tienen una participacion activa en la cuestion (no en el acto sino mas bien en la eleccion del candidato, en la seduccion y eso??)
Ni se si lo planteo bien a nivel de genero, pero esa descripcion donde se ningunea hasta el hartazgo a laas mujeres...¿quien sabe si para ellas -creo que si- esos magnates no son sino trofeos- y son ellas las que se comen el carozo (dicho esto con todo respeto)
En realidad si nadie quiere a nadie, si es coger por coger, como los perros, pobres hombres, pobres mujeres.
Si es pura descarga de adrenalina y para que no le duelan los huevos o la cabeza y no saben nada del amor...son platillos que resuenan en el vacio.
coger, watson, no es el problema, el problema es querer.
Y freud decia (esto lo se posta) que hay dos temas en los que no hay Saber posible de antemano:la sexualidad y la muerte. Y uno busca.
(este es un comentario confuso y largo, perdone amigo)
Pd.¿ud trabaja en un museo? Que bueno, invite...lei algo de museo en el post de los seis mil colores de azul del mar.
Querida Nilda,justamentne ayer sentí que me pasaba algo por alto, y era eso, que finalmente no puse de vago, por no volver a entrar al blog y agregarlo: es una cuestión de ida y vuelta; muchas de esas mujeres habrán sacado rédito de eso; o simplemente lo habrán hecho porque se les cantó, y es muy respetable en todos los casos. Sólo quise comentar un poco el libro, sin laurear a nadie.
Un beso, le escribo detallando el tema museístico.
Su amigo
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