El piano es un instrumento inestable, se afina por octavas y se desafina en las quintas. Luego hay que afinarlo tocando. Sucede a la vez, que los pianistas son también inestables. De esa doble inestabilidad surge la música. Bien, lo único que puede organizarla es una progresión matemática convergente que organiza el tempo, las notas, las variaciones tonales, y hasta la improvisación. La música es un lenguaje matemático. Ese lenguaje es acotado, y en un piano de concierto está circunscripta a siete octavas que grafican toda la posibilidad musical de una orquesta. Todos los sonidos se inscriben en escalas de siete notas, del do al si, o pueden ser minimizados en escalas pentatónicas. En la organización de esa sencilla redundancia, el intérprete aporta su subjetividad. La música carece de secretos, solo los tiene para los que no conocen su lenguaje.
Arnaldo Ferré
2 comentarios:
Troesma no sabía que le gustaba el Jazz y que encima tuviese tan buen gusto para elegir un ejemplo del bueno.
Comparto totalmente sus gustos y lo felicito calurosamente.
CAPO Evan, Profe!!! Me alegra que lo haya podido disfrutar.
Una abrazo!
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