martes, 13 de marzo de 2012

PLANETA CAPARRÓS


Un extensísimo post instrospectivo "hacia afuera" donde Caparrós duda metódicamente pero no se corre un milímetro del caparroscentrismo: no necesita criticar a las corporaciones porque lo viene haciendo desde hace años, aunque esto le valga ofrecimientos de trabajo de esas mismas corporaciones; está de acuerdo con algunas cosas que dice el gobierno pero no con lo que hace, porque no es de "izquierda"; lo irrita escuchar a Cristina, lo irrita el "patrioterismo"; podría ganar fortuna haciéndose K pero elige vivir con un sueldo equivalente al de un vulgar trabajador de peaje ; no puede evitar una risita triunfal cuando choca un tren y mueren 50 personas; no le importa que le digan pelotudo o cipayo porque quienes lo dicen no están a su altura. ¿Está equivocado? Cree "que no". Tal vez necesitaría que todos fuéramos como los lectores de El País, que no le cuestionan nada porque no cazan (ni cazarán) un fulbo de lo que sucede en la Argentina. Caparrós es una suerte de Messi pididendo que la selección juegue como el Barcelona.

(...) Es cierto que a veces parece que criticara más al gobierno peronista que a los grandes ricos tradicionales y sus pobres representantes políticos. Supongo que hay razones. Por un lado, es el gobierno el que produce la mayor parte de los hechos sobre los que se puede pensar y/o decir algo; pero además no necesito, como otros, sobreactuar la crítica a la corpo o la opo o la derecha en general porque no acabo de empezar a hacerla. Llevo –a diferencia de muchos kirchneristas– años y años en ese menester. De algún modo la doy por sobreentendida: la he dicho tantas veces, y la distancia me parece obvia. Con el gobierno no es lo mismo, porque a menudo dicen cosas que yo podría suscribir; el problema es lo que hacen.

Entonces, a veces, por mis críticas al gobierno, la derecha no presidencial me cree disponible y me ofrece espacios, alianzas que no quiero. No quiero firmar solicitadas con las plumas tradicionales de los grandes diarios, no quiero pedir libertad de prensa para los que nunca la respetaron ni legalidad para los que siempre se la pasaron por el forro, no quiero reclamar garantías jurídicas para los “inversores” ni libertades para los “mercados”. Envidio a quienes saben en qué “valores democráticos” basan sus amonestaciones. No son los míos. Por eso no quiero, siquiera, que mis críticas puedan asimilarse a esos sectores, y no siempre lo consigo. No sé si prefiero el insulto abusivo al aliento de quien creo lejano. Es cierto que en el bando de los que más me pelean tengo muchos amigos y, en principio, más coincidencias que en el de los que a veces me halagan. Hay tardes en que eso me hace preguntarme si estoy equivocado. Me lo pregunto, lo pienso; creo que no.
(...)
Como triste consuelo me aparece la idea de que muchos de los que ahora me putean van a decir, en unos años, ah tenías razón –como pasó otras veces, disculpen que lo diga: son esas cosas que uno no debe decir, pero lo creo. Mientras tanto algunos pelandrunes resultamos un grupito –patético– de iluminados de segunda: gente tratando de que más gente se dé cuenta de lo que creemos saber. Que cuando choca un tren (...) nos sonreímos pensando y ahora qué van a decir y nos da, dentro de la preocupación, un trocito de gusto culposo.
(...)
Mi relación con este gobierno peronista puede sintetizarse en muy pocas palabras: tras nueve años de mirarlos de cerca no creo que sean de izquierda, no creo que quieran una sociedad como la que yo querría; creo que están tratando de emprolijar y hacer viable y perpetuar un orden social muy injusto. Y que, para eso, de vez en cuando toman alguna medida con la que estaría de acuerdo sino fuera porque, en general, la desnaturalizan con su práctica. No es mucho más que eso: nada grandioso, nada heroico. Pura viveza criolla. La épica posibilista de este gobierno opositor.
(...)
Nada me habría resultado más rentable que hacerme kirchnerista
(...)
Si los insultantes supieran cuan poco me afecta que me digan cipayo o pelotudo y cuánto, en cambio, cuando me contradicen con un argumento que merece una segunda reflexión, harían un esfuercito.

Aplicaríase perfectamente acá la frase pronunciada ayer por CFK (si Caparrós me lo permite, porque soy un pobre analfabeto estructural egresado de Academias OLI): "Cuando la derecha nos acusa de marxistas y la presunta izquierda revolucionaria nos acusa de derecha, yo digo que ése es el certificado perfecto de los peronistas, sos un peronista consumado, hecho y derecho"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ombliguismo al palo!

juan dijo...

Hay una vieja canción de Jacques Dutronc que le pone, a mi juicio, un lindo ritmo a este personaje;


Sept cent millions de chinois
Et moi, et moi, et moi
Avec ma vie, mon petit chez-moi
Mon mal de tête, mon point au foie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Quatre-vingt millions d'indonésiens
Et moi, et moi, et moi
Avec ma voiture et mon chien
Son Canigou quand il aboie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Trois ou quatre cent millions de noirs
Et moi, et moi, et moi
Qui vais au brunissoir
Au sauna pour perdre du poids
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Trois cent millions de soviétiques
Et moi, et moi, et moi
Avec mes manies et mes tics
Dans mon petit lit en plume d'oie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Cinquante millions de gens imparfaits
Et moi, et moi, et moi
Qui regarde Catherine Langeais
A la télévision chez moi
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Neuf cent millions de crève-la-faim
Et moi, et moi, et moi
Avec mon régime végétarien
Et tout le whisky que je m'envoie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie

Cinq cent millions de sud-américains
Et moi, et moi, et moi
Je suis tout nu dans mon bain
Avec une fille qui me nettoie
J'y pense et puis j'oublie
C'est la vie, c'est la vie. . .