UN PAR DE COSAS

La tapa más “abarcativa” y tramposa. ¿A quién se refiere con “hijos de puta” el buitre Fontevecchia? No lo aclara. Lo dice un hijo de puta que casi es linchado por sus propios empleados cuando quiso poner en la recepción de editorial Perfil el auto quemado de José Luis Cabezas.

Si es un “al que le quepa el sayo que se lo ponga”, que se lo vayan poniendo todos los medios rastreros que hicieron, una vez más, comidilla del dolor y se encargaron de entregarles a los captores una radiografía actualizada del caso.

Que se lo pongan los “famosos” que salen rápidamente a “blumberizar” el caso menospreciando el accionar de la Justicia.

Que se lo pongan los que reducen el hecho a la “carátula”, una idiotez sin precedentes.

Que se lo ponga Canaletti, que acaba de decir por TN que la investigación se hizo mal “porque la nena apareció muerta”. Un arrastrabirome que se formó leyendo novelitas policiales refuta al juez y advierte que "la justicia trabajó mal”. La corporación mediática no sólo voltea gobiernos democráticos, también se erige en “comisario judicial”.

O el idiota de Mario Mactas titulando su columna “¿Qué nos pasa a todos?”

Que se lo ponga la alicaída oposición, a la que no se le escapa una idea y se frota las manos con este “hito de campaña” que le cayó como peludo de regalo.

Que se lo pongan los que siguen confundiendo accionar mafioso o ajuste de cuentas con trata de personas, que de hecho existe y es un flagelo a combatir seguramente con mucha mayor fuerza.

Que se lo pongan los estúpidos que salieron a decir que Scioli fue al lugar donde se encontró el cuerpo porque está “en campaña”, cuando hace más de un año se comió seis horas junto a unos bomberos tratando de sacar a una nena que se había caído en un pozo.

Ayer a la mañana un taxista –raza de ortibas consuetudinarios, junto a porteros y peluqueros– me dijo: “Esa chiquita se fue con algún atorrante que tenía auto y ahora no sabe cómo volver con todo el quilombo que se armó. Las pibas no piensan, se calientan con alguien y después pasan estas cosas”. Le digo: “Pero cómo puede decir eso, es una nena de once años, usted es un hijo de puta. Pero quédese tranquilo que no va a tener problemas, porque todavía no existe la trata de boludos”. Hoy le debe estar diciendo a otros algo así como que "estas cosas entre negros siempre terminan mal, andá a saber si no la entregó la madre".

Me quedo con esto de Scalabrini Ortiz: “Un crimen, un robo, un asalto, un adulterio con homicidio son sucesos sin repercusión social, despreciables y previstos en el equilibrio colectivo. El delito mayor es darles una divulgación indebida, repartirlos por todos los ámbitos, redactados por plumas expertas en sensacionalismo, bajo títulos pomposos, como si se quisiera que todos los hombres tomaran por modelos las fechorías que relatan. Más delito que el delito es la publicidad morbosa del delito.” (El hombre que está sólo y espera, 1931).

Los asesinos de la nena son, obviamente, unos hijos de mil putas. A todos nos mataron a Candela.