Bruno Bimbi –(34), periodista, profesor de portugués,
máster en Letras por la Pontifícia Universidade Católica do Rio de
Janeiro y doctorado en Estudios del Lenguaje en la misma universidad.
Actualmente coordina la campaña por el matrimonio igualitario en Brasil. Es
activista de la FALGBT
y autor del libro “Matrimonio igualitario” (Planeta, 2010). Escribe el blog
Tod@s en la web de TN–, autor de esta nota para la publicación digital Letra P
ESTEBAN BULLRICH, EL 0800-MCCARTHY Y LAS BANDAS DE
DELINCUENTES SUBVERSIVOS MARXISTAS
El librito de tapas blancas se titulaba “Conozcamos a
nuestro enemigo” y la bibliotecaria de mi secundario —la recuerdo gordita,
anarquista y muy macanuda— lo encontró escondido en uno de los estantes más
altos. Cuando terminó de leerlo, me lo regaló. A vos te va a encantar, me dijo,
y agregó que cuando lo leyera iba a ver cómo los milicos, además de todo lo que
ya sabemos, eran brutos.
El librito, editado por el Ministerio de Cultura y Educación
de la Nación
en 1977 y enviado a todas las escuelas, explicaba cómo detectar el accionar, en
el ámbito educativo, de las Bandas de Delincuentes Subversivos Marxistas, a las
que, para ahorrar palabras, se refería con la sigla BDSM, hoy más usada en el
mundo leather para hacer referencia a los términos bondage, dominación y
sado-masoquismo. Los temibles infiltrados del sadomarxismo, según el Ministerio
de Educación, operaban en las universidades para entrenar jóvenes subversivos.
Empezaban convenciendo a los estudiantes con ideas atractivas, como “mayor
presupuesto universitario”, “cursos nocturnos para los que trabajan” y “comedor
universitario” y, poco después, cuando veían terreno fértil, pasaban a
consignas más avanzadas, como el retiro de la policía de la universidad y “más
libertad de expresión”. Cuando el adoctrinamiento ya estaba avanzado, iban por
todo. “Una vez que el alumno se encuentra motivado convenientemente con los
argumentos esgrimidos, se lo va sacando –poco a poco– del ámbito universitario
y se lo utiliza para pegar carteles en la ciudad, colocar artefactos
explosivos, hasta convertirlos en verdaderos activistas de alguna de las
organizaciones subversivas conocidas”.
De pedir comedor universitario a poner bombas eran dos
estaciones de subte. Y el subte funcionaba. Había que detenerlos antes de que
fuera tarde.
Pero los temibles sadomarxistas no se conformaban con
adoctrinar universitarios subversivos. Insaciables, iban también a los
secundarios, a los primarios e inclusive a los jardines. ”El accionar
subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que
inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de
ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles
superiores”, explicaba el librito blanco. Y seguía: “La comunicación se realiza
en forma directa, a través de charlas informales y mediante la lectura y
comentario de cuentos tendenciosos editados para tal fin. En este sentido, se
ha advertido en los últimos tiempos, una notoria ofensiva marxista en el área
de la literatura infantil”. Las investigaciones de los inteligentes de la
inteligencia del Ministerio habían permitido detectar el mensaje subversivo
oculto en las páginas de El principito, del sadomarxista francés Antoine de
Saint-Exupéry, y también en el cuento infantil Un elefante ocupa mucho espacio,
de la sadomarxista argentina Elsa Borneman, que fueron prohibidos. Inclusive en
los libros didácticos destinados a las llamadas ciencias duras, los agentes
bondage metían la cola, como en el caso del libro La cuba electrolítica, que
fue quemado a tiempo antes de que pudiese ser usado en las clases de Física
para difundir las peligrosas ideas de Fidel Castro entre los incautos
prepúberes.
“El accionar ideológico se intensifica con la mayor edad de
los niños en los últimos años del ciclo primario, tendiente a modificar la
escala de valores tradicionales (familia, religión, nacionalidad, tradición,
etc.) sembrando el germen para predisponerlos subjetivamente al accionar de
captación que se llevará a cabo en los niveles superiores”, explicaba el
librito, y advertía la presencia en nuestras escuelas de docentes marxistas,
preceptores marxistas y pizarrones marxistas. ¡Hasta la sopa de los comedores
era marxista y había que denunciarla a las autoridades!
Por suerte, pronto confirmé que en mi secundario también
había sadomarxistas. Para mí hubiese sido una frustración, después de leer el
librito que la bibliotecaria me regaló, no encontrarme con ninguno de esos
cucos y poder mirarlos de cerca, ver cómo eran, arriesgarme a que me llevaran a
poner bombas. Al final, yo también quería más presupuesto universitario y más
libertad de expresión y también había leído El principito, que me lo regalaron
mis viejos, conocidos delincuentes subversivos marxistas.
Los encontré, claro. Había de varios colores. Franja Morada,
el PC, el MST, anarcos. Tenían entre 20 y 30 años y venían a reuniones del
centro de estudiantes, o nos esperaban en la puerta de la escuela y nos
invitaban a tomar un café en la esquina. Algunos eran profesores o preceptores,
como decía el librito. Otros eran hermanos mayores de algunos alumnos, o
simplemente amigos. Traían el diario del partido, lo discutíamos. Me acuerdo
que al del MST, que en ese momento lideraba el sadomarxista Luis Zamora, yo le
discutía párrafo por párrafo, hasta que creo que un día se dio cuenta que no me
iba a afiliar nunca, menos hablándome de la importancia de la lucha de los
obreros de una fábrica de Yugoslavia contra la burocracia estalinista y el
debate ideológico sobre la revolución rusa en el último congreso de la IV internacional. Los del PC
estaban peleados: unos con Jorge Pereyra y otros con Patricio Echegaray. Mi
abuelo decía que Jorge Pereyra era un “tataranieto de puta”, pero el hijo a mí
me caía bien. Los de la
Franja Morada eran los más inteligentes, sin dudas, hablaban
castellano y conversaban con nosotros sobre temas que nos interesaban y nos
afectaban más directamente. Un preceptor infiltrado por el sadomarxismo de la Juventud Radical
los ayudaba, y nos reuníamos con un grupo de aprendices de subversivos en el
recreo. Peronismo no había, porque en esa época el peronismo era Menem, y Menem
era mala palabra.
No hay nada de lo que leo en La Nación que hacen en las
escuelas los sadomarxistas de La
Cámpora que no lo hayan hecho los de Franja Morada en mi
secundario. No soy fan de La
Cámpora, para nada. Y tampoco de Franja. Pero no entiendo por
qué tanto miedo. Los jóvenes radicales, que estudiaban en la Facultad de Derecho y
seguían, todavía, a Raúl Alfonsín, nos enseñaron mucho. Y también los troscos y
los comunistas. Nos incentivaron a participar de actividades solidarias, nos
ayudaron a estudiar la Ley
Federal de Educación y ver cuánto nos perjudicaba, nos
llevaron a la primera marcha de la
Noche de los Lápices de la que participé, en la columna del
MST, aunque no militara con ellos. Franja nos ayudó a armar una agrupación para
disputar el centro de estudiantes y nos imprimió afiches para la campaña, pero
también nos juntábamos a dibujarlos nosotros mismos en la casa de uno de los
preceptores, que era de la
Juventud Radical. Y perdimos, y ganamos, y seguimos
militando, pero no lograron hacernos radicales. Ellos nos caían bien, pero el
radicalismo no, ni sus dirigentes. Al igual que nos caían bien los chicos del
PC y los del MST, pero no nos convencía el discurso de sus partidos. Tenían
diez o quince años más que nosotros y los veíamos con un poco de admiración.
Aprendíamos de ellos. Pero no éramos pelotudos ni ingenuos, y ellos jamás nos
trataron como tales.
Eran jóvenes que militaban y creían en lo que estaban
haciendo. Nosotros los respetábamos y ellos nos respetaban. Claro que querían
afiliarnos y que algún día militáramos con ellos, pero no había engaño. Nunca
milité en el PC, ni en el MST, ni en la Juventud Radical,
pese a haber ido a sus comités y haber discutido sus periódicos, con los que
nunca estaba de acuerdo, por distintas razones. A los 16 años me afilié al
Frente Grande, que no tenía ningún joven sadomarxista infiltrado en la escuela.
Y hoy creo que gracias a todos esos pibes —y a un profesor de Educación Cívica
radical, que ahora es kirchnerista; y a mis viejos, claro, y a otros amigos— me
interesé por la política. Aprendí muchísimo de todos esos jóvenes que venían a
mi escuela a dedicar su tiempo a algo en lo que creían.
Por eso, ahora que el ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad, coherente con la
política de la anti-política macrista y con la gestión de la tapa de los
diarios, anuncia la creación del 0800-McCarthy para denunciar a los
delincuentes subversivos marxistas de La Cámpora que acechan a los alumnos de las escuelas
porteñas, quiero rendirle homenaje a esos jóvenes de distintos partidos que
tanto me enseñaron y tanto contribuyeron a mi formación política cuando tenía
13, 15 o 17 años.
Muchas gracias, en serio.
Y muchas gracias —ojalá me esté leyendo— a la bibliotecaria de mi
secundario, por haberme regalado ese librito que me permite identificar y
reconocer el origen de las ideas de los tipos como Esteban Bullrich.
5 comentarios:
Cualquiera que se encuentre en una uni nacional o siga allí, se dá cuenta que la campaña contra la Cámpora es una infamia.Excelente el artículo. Para leer e imprimir.
Estos masones macristas me tienen los huevos llenos, se hacen los santos y democráticos y hacen cosas peores que el kirchnerismo. Sino hacen cosas peores es porque no tienen el país sino serían peor. Tienen doble discurso, se contradicen todo el tiempo y la realidad los contradice. 67rocho se hace un festín con los boludos macristas, tenemos suerte que son tan boludos que las mentiras no les dura mucho. Para mi deben ser doble agente del kirchnerismo sionista y masón porque no pueden ser tan idiotas, y se piensan que la mayoría somos igual de idiotas que ellos. Basta me calenté, me voy a dormir.
Jorge.
Saludos.
Muy buena la carta, evidentemente hay gente que todavía se sustrae de aquello que gente como Jorge no puede, pero se me ocurre que a esa carta le falta algo, es buena como defensa de la militancia juvenil, pero le falta detenerse en el contexto. A Bullrich no se le ocurrió esto solito, descolgado de toda una campaña, esto tiene origen en Lanata y el inefable Grupo Clarín. Eso es lo que falta en la carta para mostrar que en esos años juveniles el autor aprendió algo de política. No se trata de tomar partido, se trata de ver el panorama completo.
Profe, métase en la nota (link Letra P), váyase a comentarios. Ahí Bullrich le responde, y el pibe le re-responde que lo del 0-800 es una campaña de prensa. Es tibiecito, pero más no le podemos pedir a este chico, ni siquiera es cumpa, bastante bien lo del muchacho.
abrazo
Pero Pibe eso es más que obvio, el tema es quién monta la campaña y para qué. El jovencito allí se detiene. Y si, le podemos pedir más, en principio que solamente sea honesto.
Publicar un comentario