miércoles, 16 de diciembre de 2009

NEGROS DE MIERDA

"Vamos a hacer una nota de color, de color negro", dijo hace unos meses por radio el hoy finado “transgresor” Fernando Peña refiriéndose a Luis D’Elía, para luego calificar de “negro de mierda” al hijo mayor de éste, que había atendido el teléfono ante el llamado de Peña para sacar al aire al líder de la FTV. Desde tiempos inmemoriales, la Argentina –como tantas otras sociedades– transita una guerra social –a veces abierta, otras, encubierta– que tuvo su ejemplo paradigmático durante el peronismo, cuando hizo eclosión el más obtuso odio de clase contra los “cabecitas negras” que irrumpían en espacios hasta entonces reservados para “la gente”.

La literatura antiperonista de los años 50 y 60 ha recogido infinidad de patrones vinculados con aquellos acontecimientos, que reflejaban la indignación de la clase media ante el aluvión zoológico. Por caso, los relatos “Casa tomada” (1951) de Julio Cortázar y “Cabecita negra” (1962) de Germán Rosenmacher. En este último puede leerse algo que evoca, azarosamente o no tanto, el título del primero: “Todo estaba al revés. Esa china que podía ser su sirvienta en su cama y ese hombre del que ni siquiera sabía a ciencia cierta si era policía, ahí, tomando su cognac. La casa estaba tomada”.

Muchas fueron las obras que reflejaron la invasión de las clases bajas, la barbarie, la irracionalidad, el exhibicionismo y la promiscuidad del peronismo, así como el categórico antiperonismo de la clase media, caso “La Señora muerta” de David Viñas. No obstante, en los ‘60 la clase media comenzó producir una suerte de literatura de automortificación que reevaluó la percepción que tuvo la izquierda respecto del peronismo.

El cuento “La cola” (1982) de Roberto Fogwill toma el día de la muerte de Perón como eje narrativo. En esa cola que está haciendo el protagonista en 1974 para ver el cadáver de Perón, abundan jóvenes universitarios y profesionales, muchos de ellos militantes de izquierda, hijos de una clase media gorila que devinieron peronistas.

(…) Recuerdo hacia 1950, en Quilmes, cuando evitábamos circular frente a las unidades Básicas Peronistas porque ahí estaban los negros. Siempre había un grupo de ellos en la puerta, haraganeando. Los “negros” eran textiles, cerveceros, sindicalistas o suboficiales de policía que nos sorprendían fumando y rompían nuestros cigarrillos. Si casualmente vestíamos el uniforme de la escuela privada nos gritaban “contreras” y alguna vez nos obligaron a gritar con ellos “Viva Perón”. Los chicos de los negros nos tiraban piedras y cuando los enfrentamos acabamos escapando, golpeados y escupidos, porque ellos siempre escupen en las peleas. A veces aparecían por nuestro barrio: tocaban timbres, robaban flores, molestaban a las mujeres. Una vez, en el Naútico, se infiltraron dos. No bien corrió la noticia que había negros colados en el vestuario y en la pileta de natación desde la rampa de los botes se formaron dos grupos que salieron a darles caza. Yo estaba furioso, invadido, pero no aceptaba pelear en situación tan despareja y me limité a observar la escena: los negros eran dos, los nuestros veinte. Los rodearon gritando: “negros hijos de puta”, “roñosos”, “chorros”. Alguno se animó a golpearlos. El mayor de los negros tendría catorce años y pelo muy rubio, tal vez sería hijo de inmigrantes rusos o italianos del norte. El otro era menor y bastante morocho, sin llegar a ser un “cabecita”. Era un chico de probable ascendencia española o portuguesa y entre los que lo golpearon había varios más morenos, pero no se dirimían cuestiones de colores de piel, era otra cosa. Ahora recuerdo a quienes insistieron en golpearlos y quienes intentamos entregarlos a la prefectura sin mayor violencia. Entre los primeros había algunos que son ahora peronistas: abogados de sindicatos, médicos peronistas, montoneros, miembros del CDO. (…)

Queda claro: las tensiones no son raciales sino de clase. El narrador, que no es peronista, hace la fila y sabe que por varios motivos (tiempo que estará en exhibición el cuerpo, cantidad de gente) nunca llegará a ver a Perón. Sin embargo, no se mueve de allí, porque estar allí significa ser parte del movimiento de la historia nacional.

Consultas: La muerte de Juan Domingo Perón en la ficción: desplazamientos de clase y reversiones en la temática de invasión, Viviana Plotnik.

Pipo

7 comentarios:

Mario Paulela dijo...

Le agrego a la amplísima literatura gorila dos obras de Cortázar: "Las puertas del cielo" en donde a los cabecitas negras los llama directamente "los monstruos" y en "El exámen", novela despectiva escrita en 1953, en la que un montón de idiotas adoran en Plaza de Mayo a un hueso, en clara referencia al dolor popular por la muerte de Evita. Ha sido una constante de nuestra intelectualidad, este desprecio y este odio por el peronismo, en el que no puedo dejar de nombrar las brutales parrafadas frenéticas de Martínez Estrada, escritor brillante y horriblemente gorila. Coriosamente o no, Crotázar se "enamoró" en 1979 de la revolución sandinista, en la que sí vio al "pueblo". Se ve que a la intelligentzia cipaya siempre le pareció más auténtico lo de afuera.
Agrego, pidiendo perdón por la extensión, en el haber peronista literario a don Enrique Wernicke, quiene scribió un relato magnífico llamado "La ley de alquileres", que debiera ser de lectura obligatoria para cualquiera que se sueñe peronista.
Abrazo idem, amigo Pipo
Mario

Pibe Peronista dijo...

Grande Mario, gracias por tu aporte siempre bienvenido y esclarecedor, fruto de infinitas lecturas en aquella entrañable librería de la calle ¿Alberdi?

Abrazo más que peruca
Pibe Peronista

Julián dijo...

Una hemmorragia de cultura peronista este blog, yo diría casi provocaria escosor para un gorila, es más podría llamarse claramente pibe antigorila, abrazo de un simple lector y compañero.

Unknown dijo...

estuve leyendo sobre el 16 de junio del 55' mi viejo zafó, yo era chiquito pero no voy a olvidar nunca el vuelo de los aviones que vomitaban fuego, volaban muy bajo, parecía que iban a llevarse puestos los palos de la luz.

me gustó el blog, también lo sigo.

Un abrazo y muchas felicidades!!!

Adal

leí también sobre el comienzo de los que después fueron grandes jugadores.
Muy bueno!

Anónimo dijo...

excelente post pipo, muy bueno, enseña mucho, más los aportes de mario je!!! felicitaciones a pibe peronista !!!

ElOtroCampo dijo...

muy bueno el blog, pipo!!!
una pregunta: en sus ultimas entrevistas, cortazar no se habia mostrado arrepentido de su antiperonismo?
Hace poco consegui su libro que dedica a la revolucion nicaraguense, pero no lo lei!!tengo que decir que nunca me gustó cortazar, ni sus cuentos ni sus novelas!
que embole rayuela, por favor!
abrazo!!
d.

Pibe Peronista dijo...

Diego, me parece que algún mea culpa hizo, aunque creo que fue más mea que culpa. Parece ser que Cortázar descubrió Latinoamérica en París, y evidentemente a través de un mapa bastante restringido. Si bien es innegable que fue terrible gorila, a mí particularmente siempre me pareció un narrador brillante.

Abrazo
Pipo